lunes, 2 de diciembre de 2013

DECÁLOGO SOBRE LOS PUEBLOS FLOTANTES (1)

COSMOGRAFÍA

Sabemos por intuición astrológica que el universo contiene un lenguaje abierto, un aleph de verbos sin vocablo. Su silencio es el soplo vital de los cuerpos celestes; hierático, inmóvil frente a la puerta de Jano se expresa a través de los astros sorteando el azar del caos eterno. Su vocación más elemental es callar, guardar con celo el secreto sobre los indicios de la vida y de la muerte. 

El Universo es un testigo solitario, omnisciente, en su memoria se conglutinan los días y los principios rectores de la existencia. Es la hoja en blanco, o quizá escrita y enmendada por un imaginante ausente. 

Claroscuro, fluorescente,  eslabón incomprendido por sus interlocutores de carne y hueso, el Universo aparece, cada día, cada noche, en cada espiral que se ciñe sobre el destino humano, vaticinando la última voluntad de los dioses. 



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